Salimos corriendo hacia el granero, alumbrando con la linterna el camino que solo se iluminaba por una luna llena reflejándose en el lago con gran nitidez.
Apenas notó la dirección de nuestro caminar, se nos unió Muffin, un perro labrador que cuidaba el granero de Don Gera.
Don Gera abrió la puerta y Muffin nos llevó ladrando a uno de los rincones. – Por allá está, síganlo – dijo Don Gera.
Fuimos al rincón y Don Gera movió uno de los ladrillos de la pared, para sacar una piedra pequeña de color amarillo brillante.
Muffin me ladraba y yo entendía su mensaje – tomé la piedra, descubrí que al interior contenía un símbolo que representaban las instrucciones de uso y antes de seguirlas, Muffin volvió a ladrarme, lo miré y seguí su consejo, tomé a Claudia de la mano.
Gracias Don Gera, gracias Muffin, nos vamos – dije mientras movía la piedra a mi entrecejo y visualizaba al primero de los otros nueve que estaban experimentando los mismo que yo.
Al quitar la piedra de mi entrecejo ya estabamos Claudia y yo en un mercado repleto de gente.
¿Dónde estamos? – dijo Claudia
Es Jan el-Jalili, en el Cairo – respondía – buscamos a Femi, es una mujer joven, alta, delgada, viste una falda verde y blusa blanca, ¡sígueme!
Llegamos a un puesto de telas y pregunté por Femi, haciendo uso de un idioma egipcio que en los minutos que llevábamos en el mercado, comprendí. Nos indicaron el puesto que atendía Femi y al llegar a él, estaba ella atendiendo una cliente.
¡Femi! – le grité y volteó.
¿Ian? – me preguntó.
¡Asombroso!, supo mi nombre al verme ahí. Asentí, se despidió de su cliente y cerró su puesto para atendernos. Le presenté a Claudia y le conté nuestra historia.
¡Qué bueno que llegaron!, coman algo y descansen. Mañana temprano conoceremos a otros dos de los Origo.
¿Origo? ¿quienes son los Origo? – preguntó Claudia.
Así nos identificamos quienes estamos presentando este despertar, los viajes han empezado – nos explicaba Femi mientras nos mostraba su propia piedra amarilla con la que viajaban – y solo espérabamos que llegaran ustedes para juntarnos e iniciarlo todo.
Un momento – dijo Claudia – ¿nos esperaban a los dos?
Sí – respondía Femi haciéndolo parecer obvio.
Pero yo no estoy presentando esta percepción que ustedes tienen – indicaba Claudia.
Tu despertar fue anterior al de nosotros y se dió de una manera diferente. Ahora nosotros somos el vehículo para que sea tu despertar el que guíe a la nueva humanidad – respondí, hablando desde un conocimiento que en ese instante adquirí – Por ahora descansemos.
¡Já!, con esta información no se si pueda pegar el ojo – dijo Claudia, quien después de comer, durmió profundamente esa noche.