Tiempo.

Un invento del hombre,

tan vivo como su creador,

tan inexistente como sus modalidades pasadas y futuras,

tan infinito como el instante.

Tan lleno de justicia,

que conforme avanza, muestra la verdad

y acomoda las cosas en su orden correcto.

Un amigo del camino:

está ahí para servirnos,

para recordarnos el enfoque

en lo importante y en lo valioso,

en lo que trasciende,

en lo único, en lo que une,

en lo que nos dice nuestro corazón,

cuya voz es la voz verdadera,

la de quien realmente somos,

más allá de la forma en donde avanzan los relojes,

en la esencia donde solo existe el instante que es.

El tiempo, tan irreal y tan valioso,

tan dependiente del humano,

como al revés también,

es un gran elemento de esta existencia humana,

que le da sabor y sentido,

a las experiencias, a las vivencias,

a los amores y a los dolores,

que crean historias,

que nos creemos y después soltamos,

al darnos cuenta que ya no sirven

y que hasta estorban, para vivir el momento,

y ser libres de nuevo,

como siempre hemos sido, fuimos y seremos,

como somos ahora,

con las muñecas desnudas de relojes,

y las palmas libres de controles;

abiertas para tocar y sentir

lo que nos regala la vida,

la experiencia humana

que nuestra alma pidió

para hacer vibrar el amor,

le esencia de ser uno

con todos y en todo.

2 comentarios en “Tiempo.

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