Y el veinte veinte sí fue 40:
40 días que se tomó el planeta para poner en pausa al ser humano y regenerarse,
para limpiarse de la contaminación y el egoísmo,
para poner a todos los seres humanos en igualdad, tal cual son,
para taparles la boca con tal de que escuchen primero y se observen,
para detener sus viajes entre países y que realicen El Viaje,
ese que vinieron a hacer a La Tierra,
ese que es hacia adentro;
para que los hombres vuelvan a ver al anciano con ternura para cuidarlo,
y al niño con admiración y respeto para guiarlo con amor
y brindarle la atención que estaba demandando de sus padres distraídos en una oficina;
40 días en que la madre Tierra le recordó a sus hijos humanos la prioridad de la salud,
de alimentarse sanamente tanto el cuerpo, como la mente y el corazón;
que les puso el escenario ideal para que se vean cómo una sola humanidad que son
y salgan adelante solo así:
viendo por todos.
Todo se transforma en este 2020,
y la humanidad despierta y da el salto,
el planeta mismo le está dando el empujón que necesitaba para atender lo importante,
lo esencial,
y con humildad,
trascender el miedo
y alcanzar una conciencia más alta en la unidad.