Árbol

En eso se convirtió mi madre,

cuando cumplimos su voluntad

de regresarla a la tierra que la crió,

justo ahí

vertiéndola en el chorro de agua

que regaba los árboles de la huerta,

ella se integró a la huerta,

con la lección poderosa

de regresar a ser la fuente,

el alimento del hombre,

de ser la tierra que nutre al árbol,

el árbol que brinda frutos,

frutos que alimentan

y devuelven la semilla a la tierra,

para que se cumpla de nuevo el ciclo:

el ciclo infinito de la vida.

Una gran lección, de un gran ser de luz,

de una maestra,

hasta en su partida dejó la gran lección

para que miremos al árbol

y conectemos con él,

el árbol de la vida:

«como es arriba, es abajo»,

¡claro!, somos las hojas del árbol de la vida,

experimentando la vida,

y la transformación de secar, caer y ser la tierra,

que de nuevo nutre y se vuelve árbol,

hasta que en una de esas vueltas,

somos la flor que muestra la información del árbol,

y atrae a los pájaros y a los insectos,

para que polenicen;

y en otra vuelta, somos el fruto,

que comparte la riqueza,

el alimento a los seres hermanos,

que entrega la semilla a la tierra,

para crear otro árbol,

el mismo árbol, en una expresión más,

una extensión más del árbol de la vida.

¡Claro!, el árbol que todos somos,

gran mensaje, es claro ahora.

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