Simplemente me senté a escribir, para ver que sale, y es que a veces, se trata solo de eso, de fluir, de cosechar lo sembrado y seguir avanzando. Siempre estamos avanzando, hacia algún lado, siempre lo hacemos; aún inclusive quien está detenido, está avanzando hacia la dirección de estar detenido, pues todo sigue su curso.

Varios veintes caen, el más poderoso es que siempre estamos acompañados, guiados, protegidos y no solamente por las personas con cuerpo físico que viven a nuestro alrededor, estamos siempre acompañados de todo, es nuestra naturaleza estar conectados con todo, alimentarnos de ello y alimentarlo a su vez.

Esta voz que sigue la gente, hasta para los chistes es buena 😛 , y así sin pedirlo, resuena y genera movimiento. Inspirador, siempre inspirador, el seguir nuestro corazón, el avanzar por donde nadie ha hecho camino y el avanzar por donde se pone de manifiesto la valentía, no la de no tener miedo, sino la de integrarlo todo y usarlo a nuestro favor.

Abundancia con plenitud, ¿qué tal eh?. Todo está ahí, simplemente se toma, simplemente se toma la riqueza, y ahí está servida, para compartirla. Está atrás de las creencias limitantes, que estaban puestas y supimos identificarlas y moverlas, ¡vénganos tu reino!, jajajaja.

Vibrar alto es la clave, sean cuales sean las condiciones, vibrar alto nos convierte en la fuente y así generamos la realidad con las acciones que materializan lo que los corazones indican.

Atendernos con amabilidad, querernos, apapacharnos… ¡cómo me gusta esa palabra!: apapacho… ¡directo del náhuatl para el mundo!. Pues sí, tal cual, la primera manifestación del amor en esta experiencia, es el propio, es el más inmediato y al alcance, así que ¡a darle!.

¡Mis maestros!, ¡mi maestro!, ¡el más grande!, ahí presente: ¡el sanador!; y los demás también, acompañándome, guiándome, transformándose en voz que endulzan mis oídos y apaciguan mi alma. ¿Yo soy uno de ellos?… ¡ah!, ¡yo soy uno con ellos!, ¡genial!.

¡Gran momento!, ¡maravilloso!, ¡eterno!. Mucha paz, toda la paz.