Hola lectores, derivado de un ejercicio que les acabo de compartir en la sección del podcast, relacionado con la Conexión con el Interno, les comparto una reflexión al respecto.
A veces cuando escuchamos de alguien más la invitación a ser presente, pensamos que se trata de observar lo que nuestros ojos ven y con eso ubicar en donde estamos, aunado a sacar el celular y ver la hora que es. Eso es un gran avance y es situarte en el camino a ser andado.
El camino es precisamente ser la conciencia que es consciente del instante. Es decir, en el ejemplo dado, si tu te detuviste para ver el lugar en el que estás y la hora que marca tu reloj, sigue ver que existe en ese instante, que estás siendo en ese instante.
Conforme hagas estos ejercicios de presencia, te irás dando cuenta de que tu conciencia cada vez abarca más, es decir, te das cuenta de más cosas; tal vez al inicio, te puedes dar cuenta del cuarto en el que estás, y en la siguiente, te das cuenta del cuarto en el que estás y del perro a tu lado, y en la siguiente, te das cuenta del cuarto en el que estás, del perro a tu lado y que el perro te ve, y en la siguiente, te das cuenta del cuarto en el que estás, del perro a tu lado, que el perro te está viendo y de cómo te está viendo y así sucesivamente, hasta que notas que ya no solo es lo que tus ojos ven, es lo que percibes, no solo con los ojos físicos, sino con todos tus sentidos y tus extrasentidos, es decir, empiezas a notar no solo el cuarto, sino la colonia y la gente y no solo ves como te está viendo el perro, sino empiezas a intuir como perciben los animales. La conciencia del presente se va haciendo con algo más allá del plano físico, con lo que sientes y lo que creas por ejemplo, que están más allá de la dimensión del plano físico, incluyéndolo. Y al seguir el ejercicio, vas siendo consciente cada vez de más, vas abarcando cada vez más y tu mente se va haciendo menos individual y más universal, o hasta multiversal 😉
Este acto de conciencia también nos conecta con nuestro yo verdadero, pues al abarcar más, lo unimos; o sea, somos la conciencia que une todo al ser consciente de ese todo y esa conciencia de unidad, es la unidad. Y no es que estés desconectado de tu yo verdadero, nunca lo estás, al contrario, siempre estamos integrados, solo que ahora, al ser consciente de ello, vivimos la experiencia humana despiertos y eso nos permite, jugar en ella y hacer nuestra parte de una manera celestial, siendo la unidad. Esa es la voluntad del padre: cuando manifestamos YO SOY la voluntad del padre, estamos siendo conscientes de la verdad que nos incluye y conecta; de la misma manera, cuando manifestamos YO SOY la inteligencia divina, estamos siendo conscientes de esa consciencia crística que somos y nos permite darnos cuenta de la unidad (el cielo) y cuando manifestamos YO SOY el amor del Espíritu Santo, estamos siendo conscientes de eso que nos une, de ese fluir en el que existimos.
Ser la unidad implica ser conscientes de algo que ya es. Tan simple como es. Resulta que somos consciencia que con nuestra voluntad se expande en el instante hasta abarcarlo todo.
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Foto de Atahualpa Irigoyen.