Erase una vez una humanidad que vivía una transición, la transición del planeta que los alojaba, éste pasaba guiado por el sol, de estar en una frecuencia a estar en otra, más sutil y de mayor energía a la vez, más elevada.

Fue raro como convivían en el mismo instante, las dos realidades, tan verdaderas ambas para quienes las vivían. Por un lado, quienes seguían en el apego, viviendo la dualidad, infiernos y cielos en las realidades que creaban, sin ser conscientes de ello y por otro lado, quienes coexistían en la armonía que les daba la unificación, viviendo la verdad en la que se unían, integrándolo todo al ser conscientes de lo que eran en verdad, la verdad en la que se desvanecen las individualidades y se encuentra la luz.

El planeta dió el salto y es hermoso como el padre y la madre se unen y lo que une prevalece, todos los individuos se rinden ante la grandeza del amor y se entregan a él, perdiéndose en la nada y encontrándose en el todo. A algunos les parece que no hubo cambio, que todo sigue igual, pero es solo mientras bajan sus barreras y se dan cuenta de que ya son el océano del que se creían solo una gota, una consciencia tan grande que solo la metáfora alcanza para describirla, la única consciencia ;). Bienvenidos.

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Foto de Elena Mozhvilo